sábado, 21 de julio de 2007

post_re


Hoy tengo el día regresivo, temporalmente regresivo. Hemos estado de acá para allá en "bicing" todo el día, yendo y viniendo del centro porque teníamos mil cosas que hacer y me ha sorprendido gratamente que a pesar de que hará más de diez años que no tocaba una bici (a parte de la estática del gimnasio que no cuenta porque con esta no te sueles estampar contra bordillos ni nada por el estilo) he superado la prueba. Con el viento en la cara más feliz que unas pascuas. Pero no acaba aquí la historia, también me he comprado la últimísma aventura de Harry Potter. Me encanta esa historia, soy así de infantil pero acepto ese lado de mi personalidad sin nigún tipo de problema. De manera que hoy me siento despreocupadamente contenta, tan despreocupadamente como para comer pastel! Este es el pastel súper sencillo, imposible-de-cagarla, de mi infancia. Es el que yo llevaba a todas las fiestas sorpresa esas en que cada uno debía traer algo e hicimos bastantes, habíamos llegado a inventar fiestas para no tener que hacer clase. Llegábamos todos con comida y a ver que profesor era el majo que nos impedía celebrar la merendola.

Releyendo lo que acabo de escribir, en vez de día regresivo parece que la edad hace estragos, sin comentarios. Así que voy al grano para que se me note menos, lo que sea que no quiero que se me note. Este pastel es el típico y tópico pastel de yogur de toda la vida que está de muerte en la merienda, el desayuno y hasta entre horas (no se lo digáis a S.). Antes lo cubría de chocolate fundido pero esta vez, le he dado un toque diferente, combinando choco y coco. Me encanta, combinación ganadora siempre siempre con éxito asegurado!

Típico pastel de yogur esta vez choco - coco

Básico:
1 yogur
2 tarro de yogur de azúcar
3 tarro de yogur de harina
1/2 tarro de yogur de aceite
3 huevos
1 sobre de levadura

Mis "aditivos":
1/2 bote de leche de coco
50g ralladura de coco
125g de chocolate de fundir
50g chocolate rallado

Glaseado:
150g azúcar glass
1 clara de huevo

Precalentar el horno a 180º.

Mezclar el yogur y el azúcar. Posteriormente añadir las yemas de los huevos y el aceite. Batir bien. Ir incorporando la harina junto con la levadura mientras se mezcla. Separa la masa en dos bowls. En el primero incorporar la leche de coco y 1/3 de la ralladura. En el segundo, el chocolate fundido. Se peude fundir al baño maría o al microondas (la segunda opción fue la adoptada por temas de rapidez y volumen da cacharrería ensuciada...).

En otro bowl, batir las claras a punto de nieve. Incorporar la mitad de las claras en cada una de las mezclas anteriores, removiendo de abajo a arriba con una espatula de silicona a poder ser (con la de madera también funciona) intentando que no se aplaste, metiendo aire vamos.

Finalmente, verter en el molde engrasado un par de capas sucesivas de cada mezcla. Hay quien le pasa un tenedor para perfeccionar el efecto marmolado de las dos masas, yo no lo hice. Poner al horno unos 45 minutos pero es mejor fiarse del método pincho el pastel y sale el pincho limpio.

Una vez hecho lo desmoldé y lo puse a enfriar al revés sobre una rejilla. En mi caso, la que venía con el microondas que originariamente servía para subir la altura del plato para así poderlo gratinar. Función que a decir verdad no he utilizado nunca. En realidad las principales funciones de esta rejilla son: enfriar pasteles y descongelar para que el agua caiga en el plato que pongo debajo. Ya ves tú la película que me he montado con la rejilla del microondas cuyas principales funciones en este caso son las normales de un microwaves. Otro truco, que a mi no me lo ha contado nunca nadie y que estoy muy orgullosa del proceso que ha llevado a mis neuronas a deducirlo, para que el pastel quede perfectamente plano en la superfície consiste en decorarlo al revés es decir, con la base hacia arriba.

Finalmente, preparamos el glaseado simplificado pero efectivo batiendo el azúcar glass previamente tamizado (piqué el azúcar en la batidora y lo pasé por un colador de los finos) junto con la clara durante un buen pero que buen rato hasta que duele la muñeca y sinceramente ya no se aguanta más. Se extiende el glaseado por el pastel y sus laterales y se espolvorea a tiras de coco y choco alternativamente. Magníficus pastelus listus!

A este pastel hay que ponerle imaginación con una base sencilla se le pueden añadir infinidad de "aditivos" de diferentes sabores, rellenarlo... Y pasárselo en grande en la cocina, ensuciándolo todo y a ver si por casualidad, como cuando era pequeña, pasa el duende mágico ese que lo limpia todo.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Al habla el duende... me he declarado en huelga.

Monaguillo dijo...

como tu dices... un pastel con una base clasica y que podemos reinventar a nuestra modo de mil y una formas...

me encanta la presentacion que le has dado, con ese camino serpenteante que lleva hasta el tesoro...!! jejeje


genial el post...

Gemma dijo...

Para sentirse joven no hay nada mejor que el viento en la cara mientras montas en bici :)
Pues para ser el típico y tópico pastel tiene una pinta... Le has dado un toque muy original!

Anónimo dijo...

Me gusta mucho tu idéa de chocolate y coco, gracias !

Anónimo dijo...

Que fotos mas bonitas! Tu pastel es muy apetitoso!!! mmmm