sábado, 13 de octubre de 2007

Lo que sucedió mientras no estabas

S. se fue a cenar por ahí y no tardé en planificar una cena e invitar a unos fantásticos comensales. Siguiendo la tendencia de la temporada, en el fondo de armario encontramos los básicos: setas variadas. De manera, que siento repetir ingredientes pero como ya he dicho alguna vez no me voy a autocensurar en mi propio blog. No os asustéis, tampoco creo que dé de sí para un monográfico, la verdad, pero aún queda algún capítulo más.

He modificado un poco la composición de la crema de ceps porque yo utilicé el líquido del remojo de los ceps y el sabor quedó excesivamente fuerte. Creo que debería quedar más suave la verdad, como una crema de caldo de pollo aromatizado con setas y ligado al final por el toque de la nata y la mantequilla (no lo puedo evitar, siempre acabo con influencias del pais vecino...). Y no pasa nada porque al servirlo en plato hondo es adecuado para remojar los raviolones en la salsa. Por cierto, los ravioles son previamente fritos porque no me convence la textura de la masa wonton hervida pero se podría hacer con masa de pasta italiana sin freir previamente. Bueno, aquí lo dejo, y si os animáis: que aproveche!

Raviolones estilo gyoza de butifarra esparracada con camagrocs sobre crema de ceps (3 pers.)


Butifarra esparracada
1 palmo de butifarra
1 puñado de camagrocs (angulas negras)
1/2 ajo
1 vasito de vino blanco
3-4 almendras tostadas
perejil
Raviolone
18 hojas de pasta wonton
1 huevo
1/4 l de caldo de pollo (en mi caso, con un toque de hueso pequeño de jamón)
Crema de ceps
1/2 bolsita de ceps secos remojados unas cuantas horas (boletus edulis)
1 chalota
1/2 ajo
1/2 l de caldo de pollo
1 chorrito de nata (ligera 15 m.g. en mi caso)
2 cubitos de mantequilla (para cargarme la ligereza de la nata, jajajaja)

sal y pimienta

En primer lugar hay que preparar la butifarra esparracada que será el relleno de los raviolones. Abrir las butifarras y freirlas en una sartén. Cuando estén listas, añadir los camagrocs (reservar algunos para presentación)bien limpios y el caldo de pollo. En un mortero poner el ajo, las almendras y el perejil. Machacar bien. Diluir con el vino blanco y verter sobre la butifarra. Dejar evaporar todo el líquido y reservar.

Picar fina la chalota y el ajo y freir a fuego bajo, casi confitar si se tiene tiempo y sin dejar que se dore. Subir el fuego, añadir los ceps, freir ligeramente y cubrir con el aldo. Dejar hervir a fuego bajo unos 20 min.

Colocar encima de una hojita wonton el relleno en un montoncito. Mojar los bordes con huevo batido y tapar con otra hoja. Cortar con un cuchillo y la ayuda de un molde o vaso el raviolone en forma circular. Poner un chorrito (poco) aceite en una sartén antiaderente y freir los raviolones por ambos lados. Mientras calentar el caldo de pollo y hervir en ellos rápidamente los camagrocs reservados para la presentación. Sacarlos con una espumadera y reservar para montaje del plato. Hechar en la sartén el caldo de pollo y tapar. Cuando estén cocidos los raviolones si necesario destapar para que se evapore el resto del caldo.

Apagar el fuego de los ceps y pasar todo por la batidora. Añadir el chorro de nata líquida y calentar. Salpimentar. Apagar el fuego y diluir la mantequilla.

Presentar en plato hondo. Poner en el fondo la crema, luego los raviolones y coronar con los cuatro camagroncs que nos hemos estado reservando. Et voilà!

miércoles, 10 de octubre de 2007

No me entusiasma eso del brunch

Tengo un verdadero trauma con los huevos escalfados. Creo que voy a tener que ir a una granja a comprar huevos recién puestos por la gallina, madre de todos los huevos, y ponerlos en mi olla (con su chorrito de vinagre) para ver si se desparraman como me sucede habitualmente. He utilizado el truco de ponerlos en taza, en cucharón... nada creo que el secreto está en que sean ultra frescos. Esta vez, ni siquiera lo he intentado, compré los huevos en el mercado la semana pasada de manera que hacía ya unos 10 días que estaba el famoso huevo en la nevera. Opté por la solución apañá que son los huevos pasados por agua o "mollets" que dicen los del pais vecino. Me encantan las tostadas con un huevo fundente encima (ref. huevos benedictine) pero yo no soy de brunch de domingo, la verdad, prefiero el aperitivo tradicional y la paella antes que hartarme de dulces o semidulces y tener que esperar hasta la cena para el plato consistente, si lo hay. En cambio, lo que si me gusta son las cenas "ligeritas" a base de tostaditas con su puntito de creatividad, eso si que si. Ésta, dedicada a los hongos, protas de la temporada.

Torrada de camagrocs con huevo "mollet" (es que queda mejor que decir pasado por agua que al fin y al cabo el huevo duro tambien pasa por el agua no?)


1 puñadito de camagrocs (creo que se llama angula negra fuera de Catalunya)
1 chapatita individual de esas precocinadas
1 chalota
1 puñadito de brotes tiernos de lechugas y hierbajos varios
1 huevo (cuanto más fresco mejor, no digo más que quedaría vulgar...)

Poner el pan precocinado en el horno precalentado a unos 200ºC hasta que esté doradito (nunca he controlado el tiempo, sorry). Poner un huevo en una olla en agua fría y contar 4-5 min desde que empieza a hervir con brío. Sacar y poner en agua fría para parar la cocción.

Mientras picar fina la chalota y poner en sartén con un poco de aceite a fuego bajo para que se confiten un poco (a mi me encanta el sabor dulce de la cebolla). Cuando esté tierna pero no hace falta que se dore, añadir los camagrocs limpios (ojo que los restos de tierra en las setas son de lo más desagradables a la hora de comerlos). Salpimentar.

Cuando el pan esté listo, sacar del horno y abrir por la mitad. Chorrito de aove, puñado de brotes y setas por encima. Pelar el huevo con sumo cuidado que estará blando al estar la yema líquida. Coronar con el huevo la tostada y pegarle un corte para que salga esa magnífica salsa natural que es la yema líquida, sin espesantes ni colorantes. Poner un poco de sal por encima. Apunte: si queréis hacer la versión aperitivo, usar una tostada fina y hervir un huevo de codorniz, sin cáscara, envuelto en papel flim. Yo tenía una sal negra que compré que le hubiese ido de perlas, pero soy tan despistada que me olvidé de ponérsela... Sin comentarios, made in Pulga al fin y al cabo.

domingo, 7 de octubre de 2007

Hoy es domingo

Efectivamente, es domingo y toca receta de domingo. Es curioso, para mi el domingo es el día de reflexión antes del lunes. A veces incómodo, a veces íntimo, no sé, tienen algo diferente los domingos. Y hoy me da por preguntarme porque cocino, porque me gusta hacer con mis propias manos mis platos y llego a la conclusión de que simplemente necesito construir, crear, realizar permanentemente. Incluso mi vida diaria, rutinaria, necesita integrar la creación y materialización de todo aquello que circula por mi mente, a veces confuso, a veces claro, rápido o de formación lenta, con mis propias manos hundidas en la harina, en la tierra. Me sigo intentando conocer, aún y siempre, espero.

Canelones (típicos y tópicos)



20 canelones
300g carne de ternera picada (opcional: sustituir la mitad por pollo)
300g magra de cerdo picada
100g de paté (mi otra abuela le ponía cerebro de cordero, no me he atrevido)
1 chorro de vino blanco
1 hoja de laurel
1 cebolla
1 tacita de caldo

Bechamel
3 cucharadas de harina
1 l de leche
nuez moscada
emmental rallado

aceite, sal y pimiento

Sofreir la cebolla. Añadir la carne y dorarla. Rociar con vino, el caldo y añadir la hoja de laurel. Dejar cocinar hasta que no quede líquido a fuego medio.

Mientras, hervir la pasta en abundante agua salada. Por turnos para que queden bien suletas la hojas de pasta. A los 10-12 minutos retirar y sumerjir en agua fría. Poner la pasta de forma ordenada sobre un trapo.

Preparar la bechamel dorando primeramente la harina a fuego suave. Posteriormente añadir la leche, caliente a poder ser, e incorporar la nuez moscada sal y pimienta. Remover hasta que espese (añadir más leche si necesario).

Precalentar el horno a 200º.

Apagar el fuego de la carne y mezclar con el paté. Rellenar uno a uno los canelones.

En un recipiente para horno, poner un poco de bechamel en el fondo e ir colocando encima los canelones. Cubrir con la bechamel restante y espolvorear de queso rallado. Poner al horno a 200º durante veinte minutos y si necesario acabar gratinando.

martes, 2 de octubre de 2007

Saber venderse

La publicidad y el marketing me tienen asombrada. Esta capacidad de asociar conceptos a productos, a veces relacionados y otras veces sin ningún tipo de relación directa entre ellos me tiene impresionada. Tambien se puede decir que yo intento sacar conclusiones trascendentales, relacionando un significado con todos los pequeños sucesos insignificantes que transcurren en mi vida, pero eso no vale, porque el autoconvencimiento no se asemeja ni por asomo a este fenómeno de masas. De manera que el último impacto en mi retina es la famosa escultura cinética del anuncio del BMW. Es fantástico, un ingeniero que produce arte, que aplica sus conocimientos a algo que no tiene otra finalidad que el ser construido! Y aplicando el paralelismo al vehículo se consiguen vencer estos, yo que sé, 50 000 euros de frivolidad que cuesta el aparato motorizado aportando un halo de trascendencia al profundo fanfarrón que no puede vencer sus complejos sin demostraciones de ostentación frente al resto de sus semejantes. A la vista de esto, sinceramente, si todos estamos más o menos en venta, con esta la mía propia campaña de marketing, voy a tener que bajar mi precio a mero saldo. Y os lo cuento ahora que he encontrado un nuevo trabajo y tengo serias dudas sobre el éxito de mis negociaciones.

Así como la escultura cinética nace en los 60, resulta que la cocina cinética aún no ha nacido, bueno, eso creo. Pero ya me estoy imaginando un plato cuyas texturas y colores van evolucionando a medida que te lo vas comiendo (que si humos, que si sólidos que se funden....), no es necesario que se mueva sólo que la química siga trabajando en la mesa. Menudo asco! De manera que vamos a una receta tradicional, que me he contagiado de la blogosfera francesa y su pandemia de Kouing Amann. Esto es un postre bretón, que esta de muerte con un sabor a mantequilla y caramelo que tumba. Sin embargo creo que no lo voy a repetir porque aunque no me obsesiona lo de la línea, es una auténtica bomba calórica. Mira bien las proporciones de ingredientes y tú dirás. Sin comentarios. No lo estoy vendiendo muy bien? Pero si está buenísimo, recién salido del horno, cuando inunda la casa con este olor de mantequila y caramelo. Y lo más plus, ese toque de flor de sal que despierta las papilas y las hace superreceptivas a los sabores dulces.

La receta copiada línea a línea proviene de un blog para no perderse, es decir para en él perderse, Le Pétrin que además tiene varias recetas de panes explicadas de un modo fácil y con multitud de trucos y explicaciones varias.

Kouing Amann


260g de harina de pasteles
1 pizca grande de sal
1/2 sobre de levadura de pan deshidratada (5g fresca)
10g de aceite (oliva en mi caso pero se puede hacer con girasol o mantequilla clarificada)
160g de agua
200g de mantequilla a temperatura ambiente
flor de sal
250g de azúcar

En un bowl, verter la harina tamizada, la levadura seca y la sal, mezclar y formar un agujero en el centro. Verter el aceite y el agua templada. Mezclar. Trabajar hasta obtener una bola homogénea. Envolver en papel film untado en aceite si apretar para que pueda crecer. Dejar en la nevera al menos 1h. Mientras, sacar la mantequilla para que se vaya atemperando.

Poner la mantequilla entre 2 hojas de papel film y estirar con el rodillo hasta obtener un rectángulo de 10x20. Espolvorear de harina la superfície de trabajo. Poner la bola encima y formar un rectangulo de 50x25 aprox.. Colocar el rectángulo de mantequilla encima de la masa y perpendicular a la misma, espolvorear con flor de sal. Cerrar doblando los pequeños bordes laterales para que no se escape la mantequilla. Doblar en lado largo en tres. Girar un cuarto de vuelta. Volver a estirar hasta obteren un rectangulo de 60x30 aprox y volver a doblar en tres. Repetir una vez más. Vigilar que no se pegue a la mesa. Envolver en film y dejar reposar en la nevera otra hora más.

Espolvorear de azúcar la superfície de trabajo. Estirar un rectangulo de 20x60, espolvorear con abundante azúcar y doblar en tres. Girar un cuarto de vuelta y repetir la operación. Se pueden hacer más pliegues hasta incorporar todo el azúcar. Finalmente, espolvorear de nuevo la superfície de trabajo y estirar la masa para ir cortando cuadrados de aprox 10x10. Doblar las puntas hacie dentro y poner en molde. Dejar reposar durante 25 min. ( a mi se me olvidó, soy un auténtico desastre pero a pesar de esto quedó bien, vamos riquísimo).

Precalentar el horno a 180º. Cuando haya alcanzado la temperatura, poner los pastelillos y dejar una media hora aproximadamente. Ahí va la bomba calórica! Con tus manitas y fever (jajajaja) querer es poder.