sábado, 17 de mayo de 2008

Lo que se puede llegar a exprimir el limón

Hemos inventado la rueda, las bombillas, las lentillas, los tampax y el láser (evidentemente muchas más cosas de gran utilidad que no forman parte de mi improvisada y caótica lista). Personalmente, me reinvento para superar cada uno de estos baches que me sorprenden, me afectan y me hacen cada día mas fuerte (o más gorda ;-)). No está todo inventado, está todo por inventar y no quiero ser una mediocre que se sienta a esperar la idea feliz cuando la creatividad es un trabajo árduo que requiere disciplina, constancia y sacrificio. Estamos rodeados de geniales inventos que consideramos banales debidos a su uso diario pero no por ello dejan de contener la esencia de la inspiración que les hizo ver la luz. Al abrir las puertas de un almacén misterioso repleto de enseres inútiles así como de las soluciones, creaciones y genialidades que nadie aún ha sido capaz de encontrar, nos empuja hacia atrás la ingente tarea de búsqueda y clasificación. Me atrevería incluso a decir que ninguna máquina artificial será nunca capaz de localizar el valor en la combinatoria de ideas que pueblan este abarrotado almacén.


Benihana es un japonés diferente. No es un concepto nuevo, sin embargo, nunca me había encontrado con un caso tan espectacular y me sorprendió. Nace en NY a principios de los 70 y se convierte en un éxito. Mas allá de una cadena de restaurantes, se trata de un enfoque interesante y lo probé en Londres. En el centro de la mesa se sitúa la plancha donde el chef realiza un show, cortando, lanzando llamas, cocinando los alimentos... Un auténtico entertainment al estilo americano. El precio no es barato, pero los ingredientes son de calidad. Se elige un plato principal, básicamente carne o pescado a la plancha, y el primero es idéntico para todos los comensales, vegetales a la plancha con salsa de soja. Sorprende la eficiencia, la precisión de los gestos al repartir los platos y servir los alimentos. Todos los camareros proceden de la misma forma que parece especialmente estudiada para optimizar todos y cada uno de sus movimientos. Además el concepto remarcable es la ausencia de cocina (o casi) en un restaurante donde el espacio se aprovecha al máximo para destinarlo a los clientes.

Quien se atreve a decir que ya está todo inventado?

viernes, 16 de mayo de 2008

Capa a capa

Cuando paso por delante de una pastelería me quedo mirando, soñando en hacer estos pasteles llenos de colorido y de texturas apetitosas que se muestran sin pudor a todo color y sabor. Y nada, esta vez, para empezar he probado un pastel por capas. La asignatura pendiente son los bordes, debería proveerme de una cinta de estas plásticas que permiten unos bordes limpios y de capas perfectamente diferenciadas como en los pasteles de La cuina de casa.

Pastel de crema y gelée de frutos rojos al té verde (la galleta es para decorar...;-))


2 láminas de masa genovesa (ver receta)

Gelée de frutos rojos
1,5 bolsas de frutos rojos congelados
250ml de té verde con azúcar y menta fresca infusionada
4 láminas de gelatina

Crema pastelera al limón
4 huevos
500ml de leche
100g de azúcar
40g de maizena
1 sobre de gelatina en polvo
1 piel de limón

Recubrimiento
200mg mermelada de arándanos
100ml de zumo de fresas
4 hojas de gelatina

En primer lugar, preparar la gelée de frutos rojos. En el mismo molde del bizcocho verter el té mezclado con las hojas de gelatina sobre los frutos rojos y dejar cuajar en la nevera.

Depues, preparar la crema pastelera. Calentar la leche con la piel de limón. Mientras, mezclar las yemas con el azúcar y la maizena. Cuando la leche empiece a hervir, dejar enfriar unos segundos y vertersobre las yemas. Mezclar y pasar por el colador para volver a poner sobre el fuego. Dejar espesar y verter la gelatina diluida en agua. Dejar enfriar.


Finalmente, montar la tarta: una base de bizcocho, la crema, otra base, la gelatina y la tapa de genoise. Recubrir con una mezcla de mermelada, zumo y las hojas de gelatina diluidas en agua. Si queréis que quede perfectamente liso y brillante, especular, pasar por el colador (a mi me gusta el toque rústico de los tropezones...).