sábado, 8 de septiembre de 2007

Nos crecen los enanos


Por un lado la crisis hipotecaria americana que al parecer arrastra a nuestras constructoras hacia el fondo (y yo que nunca me había planteado que la economía se viera tan y tan influenciada por la psicología y el alarmismo de sus actores y fíjate tú que resulta que es así de simple). Por otro lado, lo que le concierne al blog, la crisis de la tortilla. Al fin y al cabo, el biocombustible no deja de ser pan para hoy y hambre para mañana (y en este caso os puedo asegurar una lectura literal de la expresión). Efectivamente sustituye al petróleo y se regenera pero contamina (supongo que algo menos pero no soluciona este problema) y además supone un nicho de especulación que choca de frente con uno de los derechos básicos de las personas humanas como es la alimentación. Que los paises árabes se pongan de acuerdo para extraer menos petróleo con el fin de que suba el precio del barril y ellos se enriquezcan aún más nos afecta en cierta medida, eso está claro. Pero comportamientos similares aplicados al maiz, al trigo u otros productos de origen vegetal que conforman la base de la dieta de la población mundial son muy peligrosos. Y eso puede desencadenar en la máquina del business sin piedad fenómenos que van desde la alteración genética de las semillas para que no sean fértiles las plantas y atar de este modo al productor a la multinacional de semillas hasta cualquier animalada que vuestra mente alcance a imaginar. Oh si! los caminos de la economía son retorcidos, muuuuy retorcidos.

Volvamos al cauce que parezco una cascada de verborrea. Al final, la realidad es el aumento del precio de los bienes de consumo básicos que se preveen, antes de fin de año, a raiz del aumento del 40% actual del precio del trigo. Y esos aumentos no son poco como podéis ver en el gráfico (Fuente: La Vanguardia). Si alguien lee esto y tiene contacto directo con los de arriba (que no con dios), a ver si me pueden enviar por la tele un mensaje que me tranquilice, que ya sabemos que el pueblo de todo eso no entiende y enseguida cunde la alarma social. Señores y señoras, bienvenidos al Dragon Kan, ajústense los cinturones que vienen curvas...

Por ahora, sigo esperando el mensaje bálsamo en la tele, repleto de medidas sólidas y reflexionadas, para suavizar en mi día a día los efectos de esta augurada crisis. Mientras, para no comerme las uñas, pos me como unas deliciosas tartaletas de mora que se hacen en un plis, especiales para días vagos (es fácil y rápido) pero golosos en los que te propones disfrutar de lo que tienes hoy y pensar menos en lo que pasará mañana.

Tartaletas de moras con crema aromatizada canela-gengibre (ya sabéis, este tándem es mi último descubrimiento y no lo he podido evitar...)

1 paquete de hojaldre (rectangular a poder ser)
1 cajita de moras (es que van así en el mercado, no sé cuanto pesarán, sorry)
0,5 yema de huevo (total 2 yemas, seguir leyendo)

Crema

1/4 l de leche
1,5 yema de huevo
50g de azúcar
1/2 ramita de canela
2 cdp de gengibre rallado (o en polvo en su defecto)
1 cds de maizena

Precalentar el horno a 220º.

Allá vamos. Primero coger el hojaldre y recortarlo en cuadrados. Ahora, hay que doblar por la mitad los cuadrados de forma que queden triangulares y entonces cortar a un cm del borde dejando sin cortar la base del triángulo y la zona justo al llegar al vértice. Abrir el triángulo, e invertir entonces los dos bordes que han quedado libres por el corte y pergándolos a la base del otro lado con yema de huevo. Queda un poco confuso, ya lo sé, pero es más fácil de hacer que de explicar. Si alguien tiene grandes problemas que me ponga un comentario e intentaré buscar algún esquemilla, por lo de que una imagen vale más que mil palabras.

Poner al horno, con algo en el centro pa que no suban las tartaletas, primero a 220º casi 10 min y luego bajamos a 180º casi 10 min más. La intuición no falla.

Mientras está todo en el horno atacamos la crema. Primero ponemos la leche con el gengibre y la canela a calentar. Luego mezclamos bien con la ayuda de las varillas las yemas con el azúcar y al final le añadimos la cucharada rasa de maizena que mezclamos tambien. Vertemos la leche caliente (a través de un colador) sobre el mejunje e inmediatamente colocamos la olla sobre el fuego removiendo sin parar hasta que espese la crema.

Para acabar, rellenamos las tartaletas con la crema (en mi súpercocina sin manga pastelera una cuchara me fue de perlas), cortamos las moras por la mitad y las vamos colocando. Para un acabado de pastelería pintar con un almibar con gelatina, brillarán, deslumbrarán. Yo tenía el día vago (despues de una hora dándole a la bici pos normal), y no lo hice. Gracias por aguantar el rollo, espero que os lancéis a probar estas sencillas tartaletas.


4 comentarios:

Martunis dijo...

Hem coincidit bastant!!! Jo estic fent una de figues i crema de canyella...està al forn...a veure si surt bé i ho penjo al blog!!
Les teves tartaletes tenen una pinta de vici!!!!

Gemma dijo...

De vici total! M'encanta la forma que has donat a la pasta de full, però em sembla que jo necessito l'esquemilla... No ho he acabat d'entendre :(
El gingebre m'encanta! Provaré la combinació amb la canyella, segur que queda boníssim!

Cabriola dijo...

mmmm... probaré el tándem jejeje, no se me había ocurrido pero debe estar delicoso con el toque del jengibre! y además tengo la nevera llena de moras que fui a buscarlas el viernes así que como anillo al dedo jejeje
gracias!!

lorelei dijo...

Madremía!

Qué pinta que tienen estas tartitas!

Me apunto!